martes, 8 de enero de 2013

La minería histórica de Zamora.


Hace algunas semanas el diario “La Opinión de Zamora” recogía la noticia de unas compañías que buscan oro en los alrededores de los vestigios arqueológicos estudiados en las zonas de ese Sayago roto y cortado por el Duero, donde se levanta el núcleo más rico de Aliste, desde Cerezal hasta Pino del Oro, un área que removió esa historia entre mítica y a la vez sueño dorado de unos restos y una toponimia que sigue guardando los más secretos fondos y quién sabe las sorpresas que esconde en esa geología que cubren las sombras del abandono y las alfombras de los despachos.
Es apasionante repasar la historia de la minería en la provincia desde los tartesos hasta mediados del pasado siglo veinte cuando se cierran las últimas explotaciones, una larga relación de excavaciones nos han dejado testimonios llenos de recuerdos, que solo de cuando en cuando se citan en los testimonios escritos y en los restos que los estudios arqueológicos sacan a la luz.
Así tenemos las referencias a la cita de Pino de Oro o la de la casiterita de Carbajosa o Arcillera hasta mediados del pasado siglo veinte, junto a la de Pereruela en la margen izquierda del Duero junto a las Aceñas quemadas y como resto de la lejana época romana la gran explotación de la casiterita junto al Teso Borrajo, hoy Pueblica de Campeán. De esa misma época es la explotación de caolín de las llamadas Barreras de Pereruela, y siguiendo en Sayago hemos de recordar el aprovechamiento del wolframio en la zona de Zafara, durante el ya lejano período de la Primera Guerra Mundial, junto a otra cita de Aliste en ese Brandilanes lleno de secretos y de paisajes dormidos, pero tan atractivos que muchas veces nos confunden.
Y recordando ese lejano mundo seguimos en Aliste y más concretamente en Palazuelo de las Cuevas. Allí están los restos, en lo alto del cerro, de la explotación de variscita como piedra semipreciosa, donde, de vez en cuando, aparecían también turquesas que siguen medio escondidas en esos bretones de los sierros cuya alma de cuarzo marca al norte del Duero y al sur ejes de sierros en los que las sorpresas geológicas siguen escondidas.

Cuando recorres las páginas de las «Memorias Geológicas de la Provincia de Zamora» de Gabriel Puig y Larraz, de los finales del siglo diecinueve, quedas sorprendido, cuando recorres la provincia, de lo que vas pisando y nada digamos cuando el recorrido lo haces junto a un enamorado de ese mundo, como tuve la suerte de hacerlo a lo largo de muchos sábados y algún domingo, acompañando a don Juan Pantoja Salguero, delegado de Industria en nuestra provincia allá por la década del sesenta, pisando a gatas las pizarras de Riofrío, incluida alguna huelga poco corriente en aquel tiempo.
A don Juan Pantoja y Salguero le sucede su amigo Santos, ya en plena transición, y recuerdo cuando recorríamos el eje geológico de Palazuelo de las Cuevas y en el término del Monte del Marqués, término de la villa de Alcañices en una tarde de itinerario geológico, que apareció aquella hermosa turquesa, una de esas sorpresas que buscas y casi nunca encuentras.
La orla o aureola metamórfica que enmarca y rodea el batolito granítico de nuestro Sayago, destacándose la zona de contacto de las pizarras y el granito y un auténtico cristal geológico en ese laberíntico recorrido del Duero del Porvenir, con gneis porcelánica, sierros en los que el cuarzo cristalizado es moneda corriente y que nuestros maestros nos explicaban con calor novedoso junto a otras piedras que llevábamos con sentida emoción, despertó en nosotros un atractivo que ha dado sus frutos, como siempre, tiempo andando.
Hoy Tamame está marcando una senda viva, el sueño de la Geología hay que romperlo alguna vez.

Fuente: La Opinión de Zamora
Texto: Herminio Ramos
Imagenes: DYCYT y Geominero.blogspot
Enviado: Saúl Bercia. Zamora
Composición: Picapiedra

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